Vemos a diario en nuestras cocinas como los jefes de cocina luchan día a día con su personal para obtener resultados positivos en su gestión. Estas luchas convertidas en batallas campales cuando llegan horas pico en el servicio, donde hay que sacar los platos sin importar los problemas que tengan, porque el cliente no le importa nada de lo que suceda detrás.
Los orígenes de estos problemas vienen principalmente de las labores empíricas de jefes de cocina y los Chefs que solo buscan alimentar su ego y ser estrellas de cine, cuando sus propios compañeros de trabajo los irrespetan.
Para ganarse el respeto de sus compartes, hay que primero pensar como líder, trabajar como steward, planear como estratega, y lo más importante: Ser Gente.
No existe forma alguna de ganar respeto entre sus subordinados si no demostramos con trabajo que somos capaces de hacer las labores que hacen los otros con amor y destreza. ¿Es que puedo decirle a alguien que haga un Ballotine sin yo saberlo hacer? ¿O lavar platos sin haber lavado platos alguna vez? Es como cuando tienes un hijo, le puedes guiar en base a experiencia y a errores cometidos por ti, con esto lo alientas y enseñas a hacerlo mejor.
El personal de cocina es un reflejo de su persona, y el desarrollo de cada uno de ellos en una gran parte depende de su trabajo como jefe de cocina y de cómo éste los guíe y los lleve a ser mejores. El respeto se gana con respeto, y éste se gana, no se impone.
Y para terminar, voy a citar un proverbio chino que reza:
“Si el alumno no supera al maestro, ni es bueno el alumno, ni es bueno el maestro”.
Alejandro Abreu
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